jueves, 21 de julio de 2011

~...Le sentía tan lejos, que le dolía,

Cuando la ignorancia deja de ser un posible miedo y se convierte en una realidad, es inevitable pensar ,casi al momento, en el olvido y aunque semanas atrás lo veía casi imposible en esos momentos pensaba que ese miedo estaba más presente que nunca.
Le sentía tan lejos , que le dolía, más lejos de lo que realmente estaba, entonces, ella , ingenua e infantil,  derrochaba sonrisas falsas hacia todos, interpretando, intentando que ella misma se creyera que era feliz y que nada le hacia daño.  Sabía que no podía obsesionarse con la tristeza, porque nunca lo había hecho, pero en ese momento no veía más salida que esta.
Deseaba estar sola sobre todas las cosas para poderse regocijar en que, las cosas que ella pensaba que no podían pasar, lo hacian, que alguien se divertía viendola estúpida.

Y es que no podemos olvidar que las cosas buenas y la alegria, inevitablemente llaman  la tristeza y el  sufrimiento. Y como si quisiera quedarse en ese estado, lo unico que hacía era recordar tiempos mejores.

sábado, 9 de julio de 2011

~...Abrió los ojos, sonreía

Sus ojos parecían estrellas, flamantes constelaciones que brillaban especialemente cuando la noche se acercaba. Cerraba los ojos y respiraba profundo, dejaba que la brisa acariciara su rostro que tiritaba dejando su piel erizada, pero igualemente bella, él, la observaba en la distancia , escondido, pero de igual forma enamorado. De su existencia, de ella, del aura que emanaba.
Abrió los ojos, sonreía, y a él le parecia lo más maravilloso del mundo, nada podía comparase con su sonrisa, con su felicidad, y es que, aunque no estuviese junto a ella, y probablemente jamás lo estaría, el era feliz, así,amándola en la distancia.

viernes, 8 de julio de 2011

~...Deslizó su mano ténuemente.

En ocasiones despertaba aturdida, se levantaba mareada y descubría desconocidos en su cama, en otras que eran las más frecuentes, se despertaba sola, y solo se movía para alcanzar la bolsa de cuero que reposaba en la mesilla y darse un nuevo chute de adrenalina.

Era consiente de que probablemente se estaba destrozando la vida, pero hacía tiempo que para ella esta no tenía sentido. Aún recordaba su tacto, y como una sola caricia la podía hacer estremecer, cómo deslizaba su cuerpo entre el suyo, y el sonido que ejercía su cuerpo sobre el colchón. Deslizó su mano ténuemente, por el costado, por su escote y bajó, intentando recrearse en lo que alguna vez le había parecido placentero. Sus ojos se cerraron, de nuevo quedó dormida.